ANALOGÍAS SINTOGRÁFICAS
La IA es una herramienta. Podemos estar de acuerdo o no, pero no cabe duda, que es una herramienta. ¿Es malo, bueno, correcto, no ético? La herramienta es simplemente una herramienta, su función es ser útil en algo, que va más allá del bien y del mal.
Por eso, Analogías Sintográficas del artista visual Aaron Sosa, es un trabajo ambicioso, que no pretende demostrar lo que es evidente sobre la magnificencia de la IA, sino más bien, conceptualiza y concentra los elementos del conocimiento y la experiencia humana, para recrear escenas, imágenes, perspectiva que irrumpen, y expande las posibilidades de creaciones artísticas.
Sin embargo, hay que recalcar algo interesante, para dejar claro varios aspectos místicos, esotéricos, de que la IA lo hace todo por ti, que es capaz de leer tus pensamientos y hacer posible cuestiones imposibles, sin importar la ignorancia detrás de quien la usa. No es así. Si no eres capaz de conceptualizar, de construir una narrativa, una visión clara de lo que quieres hacer, por más que la IA tenga la capacidad incalculable, no podrá dar el mensaje, ni representar tus intenciones. Porque la sintografía, depende del proceso humano, que alimentará a la Inteligencia Artificial que creará esas imágenes sintéticas. Y para llegar a eso, es necesario, la narrativa, que se tenga claro lo que vas a decir, no es un simple proceso, de escribir cualquier palabra y que la IA, lo haga todo.
Aaron Sosa, funge como un curador de imágenes, produce con sus especificaciones técnicas para conseguir esa distorsión de un mundo que a simple vista es grotesco y distópico, pero no lejano. La razones secretas en cada creación, pulula el largo trayecto exhaustivo de un artista. Cada imperfección, cada pierna de más, cada rostro sin boca, sin ojos, atestigua, que la IA es meramente una obra humana. Es fantástico, lo que puede conglomerar, lo que puede simular, emitir, distorsionar, obras clásicas de pintores célebres, y llevarlo, a la verosimilitud de lo físico, atentando a la realidad, donde conseguimos facciones y puestas en escenas tan propias de nuestra historia, cuyo título quiere mantener un margen utilizando la palabra Analogía, como para no espantarnos, para dejarnos claro que es un mero reflejo de algo, pero que sin duda, es palpable.
Analogías Sintógraficas, en su entramado, hay relatos extensos, emociones, hay un mundo paralelo al de nosotros y que Aaron, en la inquietud del creador, quiere que nos adentramos a cada cuadro, y vivir en ellos, vivirlo, sentirlo, vernos, dentro. El arte no ha muerto, y puede venir la inteligencia que sea, no podrá con lo subversivo que es el artista, en adaptarse y desconfigurar lo adaptado y esto es, un vivo ejemplo".
Simón J. Correa T.
MIRADA EXPUESTA | “Analogías sintográficas” por Juan Antonio González
El artista visual y docente venezolano, residenciado en Uruguay, ha creado una serie partiendo de la herramienta de la IA e inspirado en grandes pinturas como “La Torre de Babel” de Pieter Brueghel el Viejo.
La “sintografía” es un término de uso reciente. Alude a la creación de imágenes usando la Inteligencia Artificial, y para muchos fotógrafos representa un replanteamiento de su oficio. Pero para el fotógrafo Aaron Sosa (Caracas, 1980), la IA es una herramienta que le ha permitido explorar nuevos caminos creativos. De allí surge su serie Analogía sintográficas, en la que este artista visual parte de grandes pinturas del Renacimiento para ubicar las escenas en ellas plasmadas en un contexto actual.
El descendimiento de la cruz, del pintor flamenco Rogier van der Weyden; El purgatorio y La torre de Babel, del artista holandés Pieter Brueghel el Viejo, o La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, son “transmutadas” por Sosa en frescos fotográficos que apelan directamente a la realidad venezolana: a la miseria, el abandono, el caos, la precariedad, pero también la fe y la belleza.
El escritor y poeta Simón José Correa Tarazona (Maracay, 1999) es el autor del texto que sirve de statement a la propuesta de Sosa, publicada también en formato de fanzine. En él dice: “Analogías sintográficas del artista visual Aaron Sosa, es un trabajo ambicioso que no pretende demostrar lo que es evidente sobre la magnificencia de la IA, sino más bien, conceptualiza y concentra los elementos del conocimiento y la experiencia humana para recrear escenas, imágenes, perspectivas que irrumpen y expanden las posibilidades de creaciones artísticas”.
Y advierte el autor: “(…) hay que recalcar algo interesante, para dejar claro varios aspectos místicos, esotéricos, de que la IA lo hace todo por ti, que es capaz de leer tus pensamientos y hacer posible cuestiones imposibles, sin importar la ignorancia detrás de quien la usa. No es así. Si no eres capaz de conceptualizar, de construir una narrativa, una visión clara de lo que quieres hacer, por más que la IA tenga una capacidad incalculable, no podrá dar el mensaje, ni representar tus intenciones. Porque la sintografía depende del proceso humano que alimentará a la Inteligencia Artificial que creará esas imágenes sintéticas. Y para llegar a eso es necesaria la narrativa, que se tenga claro lo que vas a decir; no es un simple proceso de escribir cualquier palabra y que la IA lo haga todo”.
Es entendible, entonces, que las imágenes que integran esta magnífica serie de Aaron Sosa estén motorizadas por la sensibilidad social y la denuncia política del fotógrafo, que ha tomado por los cuernos a ese monstruo que “amenaza con reemplazar al hombre”. Sin la intervención del artista, la IA, quizás, habría generado otro tipo de imágenes, carentes, lo más seguro, de la visión crítica de su creador.
Y terminamos con una cita de Simón J. Correa T., sobre Analogías sintográficas: "El arte no ha muerto, y puede venir la inteligencia que sea; no podrá con lo subversivo que es el artista, en adaptarse y desconfigurar lo adaptado y esto es un vivo ejemplo”.
Fuentes: Mirada Expuesta / 03/11/2024
“Aaron Sosa: de la des-configuración crítica a la sensorialidad del deleite”.
“Hay que ponerle pruebas al infinito para ver si resiste”.
Roberto Juarroz.
El infinito es tan infinito que deslumbra siempre. Y entre tanta perennidad de lo inagotable, el infinito posee por demás rostros y rastros de mundos y componentes visuales por encarar o enfrentar. Aaron es un “enfrentador” de su tiempo y de su momento tecnológico. En su caso, no le interesa per se lo fatal, ni llegar tranquilo al límite de lo aceptado. El desafío se presenta como nuevo forastero de siglo XXI. Puede que quien no conozca la secuencia de vida e historia personal de Aaron como fotógrafo, de seguro crea que hablamos de un “emergente o apenas reciente creador visual” -venezolano- venido del Crypto-arte como tendencia de moda –mundo NFT- o tal vez, impulsado por el polémico manejo sintográfico a partir de la IA (Inteligencia Artificial), sumando a un “hacedor” más que se conecta al Mainstream liderado por Elon Musk y sus microchips para cerebros humanos. Aaron ha recorrido muchos escenarios sobre el origen, sentido y la armazón narrativa que va generando la propia construcción de la imagen, incluyendo las prácticas analógicas y clásicas de laboratorio y de aquel proceso fisicoquímico que ya ha vivido antes en sus estudios de los años noventa.
La des-configuración crítica de la que hablo, implica que la “figura sintográfica inteligente” se va transformando, la figura se va des-figurando de algún modo y cambia dentro de esa especie de “feísmo seductor” que se logra con la IA, y donde hay inimaginables posibilidades de re-creación con mutaciones en pleno proceso, organicidad, futurismo, antigüedad, y cuerpos desplegados a todo dar, sea que estén en crecimiento o que hayan degenerado-convertido en nuevas especies. Es alucinante lo que se puede lograr. Alguien a cargo de esta labor de la mano de la IA, se podría sentir incluso, un “Arquitecto-Dios” o una “supuesta divinidad artista” haciendo de nuevo miles de mundos”. Esa co-construcción y co-creación de imagen a veces, de lo crítico-feo, me refiero a cierta imagen sintográfica distorsionada puede ser a veces conflictiva o “conflictuante porque afea”. Me parece que, al contrario “lo supuesto feo”,puede sublimar y deleitar si se le aprecia con un mayor detenimiento y una pausada reflexión. La “belleza de los feísmos” es un reto al ojo acostumbrado a lo perfecto o a lo subjetivamente visto como bello. Las particulares narrativas de la sintografía lograda por Sosa (trabajando arte icónico universal, fotografía de barriadas venezolanas, religión y demás), llegan a ser apocalípticas y distópicas, surreales por momentos, deleitantes e imposibles, con perspectivas erróneas interesantes, con situaciones oníricas y extrañas, a las cuales la IA nos tiene acostumbrados por su extrañeza, pero la particularidad del trabajo de re-constructor guía de Sosa en este proceso, es algo único y personal. En ciertas piezas nos es deslumbrante o impresionante los paraísos mentales, paradisíacos o infernales y caóticos generados. En definitiva, se hace indeteniblemente explosiva la sintografía creativa para palanquear lo imaginativo.
Algunos creadores visuales intentan demandas contra la IA por el uso de millones de imágenes digitales con autoría y propiedad intelectual, que derivan en fragmentadas nuevas imágenes. Mientras todo ello ocurre, otros artistas como Sosa y el gran hacedor de imagen venezolano Nelson Garrido, enfrentan el reto del apropiacionismo continuado y el multi-collage como necesaria búsqueda. De hecho, el propio Garrido alimenta a la IA con sus propias imágenes para re-producir de nuevo más hibridaciones y mixturas de derivación no programada. Se plantea entonces el interminable sendero del apropiacionismo del apropiacionismo del apropiacionismo. Pareciera que es algo de locos, o de nunca acabar; pero he allí una necesidad de forzar el cuello al cisne, asumir el reto de enfrentar lo plantado ante la herramienta tecnológica, guste o no a la mayoría. El asunto de las demandas legales seguirá su curso en los tribunales. Sosa sigue el suyo propio.
Para Simón J. Correa T.: “Aaron Sosa, funge como un curador de imágenes, produce con sus especificaciones técnicas para conseguir esa distorsión de un mundo que a simple vista es grotesco y distópico, pero no lejano…”
En el fanzine de edición limitada denominado “Analogías sintográficas” de Sosa, y el cual posee 18 imágenes logradas, debo destacar un aspecto esencial, más que estético. De las 18 en total, 17 (casi el 95 por ciento), son representaciones sintográficas donde directamente y de modo premeditado, el creador arma su composición-constructo a partir de los ambientes propios del contexto social de una barriada caraqueña. Aaron Sosa vivió su infancia y adolescencia en la barriada caraqueña La pastora. En las piezas se nota los bloques de cemento y ladrillo, las habitaciones a medio pintar, las paredes que llevan chorreados de cemento en algunas superficies y en otras no, el cableado entrecruzado, los cerros o montañas mostrando su piel de arcilla o tierra movible, las veredas y callejuelas, que nos asoman la capital de nuestro país. Las calles huelen a terruño, no solo a conflicto o pobreza, también danza el amor de la sangre, los perros jugando con los niños, la “maternalidad” del vecindario en el café mañanero. La muerte no desaparece tampoco, eso es verdad, solo se camufla y forja otros destinos a destiempo.
En la única pieza “Fantasía moral” que no se nota directa o literalmente el ambiente del barrio, sí se nota a lo lejos, el horizonte urbano de edificios que de igual manera nos llevan de nuevo al viaje hacia Caracas. Me refiero para quienes no conocen esta ciudad, los colores, texturas y ambientes de su lugar es único.Imagino que en muchas calles empedradas Sosa jugó al escondite, a las metras, o en las escaleras del cerro gastó sus boticas de goma haciendo mandados para la abuela quien ademas fue su madre de crianza. En una imagen denominada “El Descendimiento” me pareció notar en una parte de la pared cierto ahuecamiento (balacera) en cierto lugar o fragmento de esta pieza. Aunque no se nota tan fácilmente, sí se deja entrever de algún modo.
Sosa para su obra denominada Apuntes sobre mi vida del año 2010, nos dice que “Muchos fotógrafos internacionales, solo entran a una barriada de Caracas a mostrar la desgracia, la pobreza…El amarillismo está a la orden del día…Sabemos que la realidad es dura pero siempre tiene dos caras. Por ética debemos documentar la realidad, lo que realmente sucede en estos lugares, el Yin y el Yang de lo que nos rodea”.
Sosa asume el arte como transformación. Salir del barrio y sus realidades socio-afectivas, de memoria, pero a veces, crudas o violentas fue su solución ante la encrucijada de la vida. Sosa me comentó como en algunos momentos, podía encontrarse con cartuchos de bala en la cocina de su casa, su techo era de asbesto no de platabanda de cemento, y cuando los tiroteos sucedían de noche mientras dormía. él se trataba de encorvar lo más que pudiese con su cuerpo en posición fetal y arroparse, evitando que alguna bala perdida entrara por él en su búsqueda. Imagino que más de un rezo u oración dejó místicamente impregnados en su habitación a sus doce años. Una parte de esa crudeza vivida también se nota en sus obras sintográficas. El re-creador, obviamente, posee diversas líneas de trabajo e investigación y otras rutas o senderos abiertos como en la docencia, edición, creación diversa, original y de autor, o en la gestión institucional como fundador, director y profesor de la escuela IMAGO por ejemplo.
En 1997, Sosa ingresa a la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas. Pasó por el Diseño Gráfico y se estacionó en la cámara-caja negra y su luz roja, el cual, caracterizaba al tradicional laboratorio manual de procesamiento fotográfico. En 13 países, ha realizado trabajo fotográfico entre Europa y América, incluyendo al Caribe. En la evolución de Sosa, notamos como pasa del documentalismo-registro directo inicial a la re-invención y la audacia de los lenguajes de la distorsión actual y el riesgo con herramientas técnicas diversas o espacios donde ha entrado a ser parte como en el Crypto-arte y los NFT. Nacido en el año 80, en 2022 gana el premio…con la obra “El hombre nuevo” . Y sobre esta obra realizada con apoyo de la IA e intervención con textos en formato 5000 x 5000 pixeles, nos dice Aaron: “Es interesante ver cómo el algoritmo logra estos rostros amorfos con colores y objetos también deformes, alusivos al tricolor venezolano. Son imágenes que se convierten en una analogía con “El Hombre Nuevo”.
La “cantera del enfrentar” nuevos híbridos y apropiacionistas lenguajes de entrecruce, se hace una ruta, una gruta y hasta trocha para alumbrarse ante lo inesperado, lo inexacto, lo que tenga que venir. He allí una audacia desde lo holístico, estético y narrativo (y hasta biográfico) como proyecto inagotable de vida. La re-construcción de pluri-visualidades, se convierte en un interesante desafío, un andar descalzo y sin fin. Los artistas y creadores lo sabemos. Ya no hay retroceso en esta ruta.
Ender Rodríguez.
San Cristóbal, Venezuela 2024